Una mayor presencia de la mujer en áreas jerárquicas de organizaciones , empresas, cooperativas, etc, ofrece y abre lugar a una serie de impactos de índole social, motivando e incentivando con los logros conseguidos. Esto se traduce en la mayor participación de tod@s los miembr@s en la toma de decisiones, favoreciendo la ayuda a las personas dentro de la comunidad, la autogestión o el fomento de una mayor conciencia laboral, social, económica y profesional.
Sabiendo las diversas dificultades por las que se atraviesan las mujeres , principalmente desde lo cultural , entendiendo que todavía quedan muchos desafíos por superar hasta lograr el crecimiento en número de directivas en este tipo de organismos, y tomando en cuenta que las mujeres tienen que hacer frente a más conflictos que los hombres cuando se convierten en empresarias.
La maternidad o el matrimonio han sido, tradicionalmente, frenos que han dificultado el equilibrio laboral y familiar para las mujeres, sin olvidar su responsabilidad en las tareas domésticas. Su rol en cargos destacados entra así en conflicto con otros roles. Obstáculos todos ellos que el propio liderazgo femenino está intentando solventar al implantarse un mayor número de políticas favorables a la conciliación.